miércoles, enero 04, 2006

El eterno amor imposible

Allí habían quedado, en la punta de la sombra de la torre Eiffel. Él había ido con un traje negro, zapatos italianos, camisa blanca y corbata negra con nudo español. El abrigo le llegaba por los tobillos y lo llevaba abrochado hasta la mitad. El cuello Mao del abrigo le tapaba el cuello. El pelo corto y engominado con un estilo propio de él.

Con paso sensual se acercó por detrás ella y le tapó los ojos. Llevaba un abrigo largo blanco hasta los tobillos abierto. Debajo un atractivo vestido negro con escote palabra de honor dejaba al descubierto los hombros debajo del abrigo. Los zapatos negros con tacón alto hacían su silueta más esbelta. Le preguntó quién era y él respondió que por la suavidad de sus manos bien podría ser un recién nacido. Se dieron dos besos.

Fueron a un dance-coffee a charlar y bailar. Se contaron cómo habían ido sus vidas en el último año. Él había estado metido en un proyecto de informática cuántica para el Ministerio de Defensa español y había estado recluído en un cuartel secreto. Ella había estado en Brasil en el Instituto Internacional de Física Nuclear involucrada en un estudio sobre inversión de cargas electromagnéticas en campos electrostáticos.

Él la miraba con la pasión de un adolescente que se enamora por primera vez. Habían pasado diez años desde que dejaron el instituto y él albergaba una diminuta esperanza de que alguna vez ella encontrara en él lo que estuviera buscando. Pero él se había ya convencido de que eso nunca pasaría que ella no era para él y nunca lo sería. ¿Por qué? Simplemente porque no, hay que cosas que simplemente no pueden ser, no tienen mayor explicación.

Al día siguiente él se iría de vuelta a España para empezar un nuevo proyecto y quizá durante un par de años no volverían a verse, pero él sabía que pasasen los años que pasasen al volver a verse ella le sonreiría y él volvería a ser todo suya.

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